lunes, 10 de mayo de 2010

Los caballos regalados siempre muerden

Siempre tuve suerte con en planos afectivos (o quizas siempre presentí el lugar indicado en donde encontrar a quien hube querido que sea el protagonista de lo que queria sentir), entonces me convierto en una reformista de mis sentimientos y los ajenos, una cartonera del amor digamos.
Recibí alagos valorizados en miles pulgadas, obsequios cursis pero al fín significativos, presentes (que se vuelven finalmente pasados) con caros intereses difíciles de eliminar, historias otorgadas y canciones como tracciones que parecen engañosas en sus comienzos. Vos decís y pensas "divinísimo", pero tantas subliminalidades esconden que pueden ser una gran amenaza a todo equilibrio emocional o psicológico que haya costado décadas construir.
Y no tiene ni una cucharada que ver con que uno sea una exagerada compulsiva, una dramática y caótica. Nada que ver. La memoria gráfica emocional del ser humano es frecuente, está siempre activa, esto no quiere decir que se viva del pasado ni mucho menos, sino que la más mínima pelotudez te puede hacer caer en un gran pozo del que dificilmente salgas sin técnicas de respiración, arduo tratamiento psicológico y una gran sabiduria en metodologías positivistas.
Y ojo, que no soy la unica que lo idea eh, bandas en sí pedorras pero no por eso no comunicativastambien lo avalan; "que algo tan lindo me haga mal es una pena" enunciaban las pastillas del abuelo en uno de sus trilladas composiciones, además de el grosso iván noble en el título que me llevo a repensar este tipo de sistemática que se repite historia a historia.
Compréndase que tampoco es saludable no salir del cascarón para no sufrir, pero yo creo considerable la posiblidad de cuestionar los soretes marrones, que vienen disfrazadas de teddybears y pueden dejar graves secuelas apenas segundos más tarde.

Moraleja: leí que los enemigos no siempre son de carne y hueso. Y que de tales si es ético y aceptable deshacerse; asi que a lavarse las manos tranquilitos...

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